La ciudad de Tübingen se encuentra cerca de Stuttgart hacia el sur. Es una ciudad muy pequeña y prácticamente un tercio de la población son estudiantes. Pasear por ella es como estar en un perpetuo casco antiguo y tiene mucha vida nocturna con jóvenes por aquí y por allá. Nosotros nos alojamos en un albergue juvenil bastante bueno cerca del rio. Pero lo que no me gustó de la ciudad es el olor. Desde que nos bajamos del tren hasta que nos fuimos no nos abandonó el olor a cloaca de Tübingen. El rio es precioso y la ciudad tiene mucha historia. Los estudiantes de Tübingen nos llevaron a una visita turística por la ciudad y nos contaban un poco de cada sitio. Parece ser que un tal Ebrehart es el patrón de los estudiantes de la ciudad. Tiene una iglesia bonita del gótico tardío, un ayuntamiento muy decorado, al estilo alemán y un castillo en lo alto donde han ubicado la universidad. Parece que priman las carreras de letras. Luego fuimos a visitar el monasterio/castillo del último rey de Baden-Wurtemberg, allá por principios del siglo 20, con electricidad en todo el castillo. Muy moderno. Pero para mi gusto esos reyes estaban obsesionados con la caza. Me agobié un poco con todos esos animales muertos colgando de las paredes. El monasterio es precioso, en la foto podéis ver el claustro. Nos guiaron por él en una visita de unas dos horas y media sin comer nada y casi nos desmayamos, pero mereció la pena. Tiene una capilla muy bonita y el comedor de los monjes es impresionante. Es interesante de visitar pero la próxima vez que lo organicen mejor porque el domingo nos hicieron levantar a las 8 para luego estar hasta las 12 sin hacer nada. Estos alemanes… |
lunes, noviembre 20, 2006
Tübingen
martes, noviembre 14, 2006
La fiesta de Halloween
La verdad es que no acostumbro a celebrar Halloween. Es una fiesta más Estadounidense que otra cosa y no le veo mucho sentido. Pero aquí en Alemania la gente lo prepara en grande con calabazas en las puertas de las casas, escobas, brujas…
Bueno, el caso es que íbamos a una fiesta de Halloween y se te plantea el típico dilema: ¿De qué me disfrazo? Lógicamente toda la gente elige disfraces diabólicos, de fantasmas, vampiros… pero yo estaba un poco harta de esa publicidad que dice que si eres bueno no te lo pasas bien y que tienes que ser malo para disfrutar de la vida. Así que decidí ir contracorriente (como no) y me disfracé de ángel.
Me costó horrores hacer las alas, las hice yo misma con una especie de cartulina blanca, un alambre de metal para darle consistencia y plumas de verdad. También me hice una aureola con un aro de metal forrado de una tira de tela blanca de adornos.
El resultado fue estupendo. ¡Todo el mundo quería tocarme las alas! Sezen se disfrazó conmigo también, aunque el disfraz se lo hice yo, y aquí nos tenéis a las dos. Nuestro disfraz fue el más logrado de toda la fiesta y el que más llamó la atención. Y que se fastidien los que creen que los malvados ganan siempre…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)