domingo, octubre 15, 2006

La visita de mi novio

Empezaré diciendo que como era en la época de la Oktober fest a mi novio le costó 350 euros el viaje ida y vuelta en avión desde Alicante hasta Munich. Habíamos quedado en la Hauptbahnhof de Munich así que pillé un regionl a Munich que me costó 22 euros y llegué alli. Me situé un poco en donde estaba la consigna para dejar las maletas de José Andrés y bajé al andén del S-Bahn número 8 (los S-Bahn son los trenes de cercnías de Alemania) ya que el S8 y el S1 son los que van y vienen al aeropuerto. Parece ser que las maletas de mi novio tardaron mucho en llegar desde el avión hasta la cinta donde hay que recogerlas y esto hizo que se retrasara. Pero al final, a eso de las 12 estábamos los dos juntos en Munich preparados para fundir la Oktober fest (mi segundo día en la Oktober). Dejamos su maleta en la consigna, ésto nos costó 2 euros (que luego no te devuelven) pero el coste va en función del tamaño de la caja que cojas. Nada más salir de la Hauptbahnhof encontramos una tienda de trajes regionales de la Oktober, pero decidimos no comprarnos ninguno ya que el de mujeres costaba 100 euros y los de hombre 150. Fuimos andando hasta el recinto ferial y allí paseámos otra vez por todos esos puestos, nos subimos en la noria y en una montaña rusa de agua. Le compré a José Andrés un sombrero típico muy bonito y él se compró una camiseta de la Oktober. Fue genial. Luego tuvimos la suerte de encontrar una terraza libre (ese día sí que hizo verdadero calor) y allí nos apalancamos. Descubrí que también sirven Radler de litro (Radler es una mezcla 50-50 de fanta limon con cerveza) al mismo precio que la normal. La Radler es más dulce y te emborrachas menos, claro. Se sentaron a nuestro lado unos italianos y estuvimos hablando, comiendo Brezel y pollo, brindando con "Proust" y otras expresiones menos alemanas y más italianas. Al final estábamos rendidos y decidimos ir a casa en el último regional que es más barato. Pero la cola de gente era terrible, y no llegamos a tiempo. Tuvimos que montarnos en un IC que nos costó 50 euros (ambos incluidos), llegó 30 min tarde. Lo cambiaron de andén y tuvimos que correr. Al final cuando nos subimos en el verdadero tren resulta que estaban de huelga y tardaron otra media hora en arrancar. Total, que llegamos a Ulm a las tantas y se nos calló el mito de la eficiencia alemana.

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