La universidad organizó otra de sus visitas de un día pero esta vez no era sólo para alumnos erasmus y, cuando quisimos ir Cecilia y yo a comprar la entrada, se habían agotado. Por suerte las tres chicas canarias querían vender las suyas ya que iban a ir por su cuenta. Y entonces organizamos un especia de chanchullo. Pero a última hora todos los que no teníamos entrada éramos seis. Pues menudo lío. Quedamos con todos en la oficina de relaciones internacionales para ver si las rifábamos y los que se quedaran sin entradas irían en tren. Al final tuvimos suerte y en la oficina de relaciones internacionales nos dijeron que quedaban dos entradas, que Cecilia y yo compramos. Ya estaba todo solucionado. Así que la mañana en cuestión (14.10.06) fuimos a las 8 a la parada del bus. Pero la mayoría de los que querían venir y le compraron las entradas a las canarias se quedaron dormidos y al final sólo vino uno de los cuatro. Así que tanto trabajo par nada, pero en fin. La cosa es que ya estábamos de camino a Nürnberg y allí íbamos a ver el castillo y la prisión de las catacumbas. Por la mañana fuimos directamente a ver el castillo. Dentro tiene un museo de armas medievales. Está muy bien, pero no es nada comparado con la armería del palacio real de Madrid. Finalmente pasamos al castillo en sí donde un guía iba explicando las salas en alemán y en inglés. Estuvo muy interesante porque casi todo iba sobre Carlos I de España y V de Alemania. Vimos dos cuadros muy famosos de él y su mujer que se mueven conforme tú giras en la habitación. Luego nos llevaron a la capilla que estaba dividida en tres plantas, pueblo, clero y nobleza. Finalmente vimos el pozo que es muuuuuy profundo y tiene una especie de habitación en el fondo para limpiarlo. Nos tocaba un descanso para comer y fuimos a recoger a "Popi" una amiga de Cecilia que está de erasmus muy cerca de Nürnberg, en Erlangen. Todas juntas (Cecilia, Popi, Lidia y yo) comimos en un BarfüBer y luego paseamos un rato por la ciudad. Popi se fue cuando entramos a las catacumbas. No son muy grandes pero en su tiempo debieron ser aterradoras. Todavía quedaban instrumentos de tortura y cepos como podéis ver en la foto. Luego nos montamos en el autobús y volvimos a casa, a eso de las 19.30 ya estábamos en la Heilmeyer, y menos mal porque teníamos todos mucho sueño. |
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