La larga espera ha merecido la pena. No sé si alguna vez he visto (y no me refiero lejos, ni por la tele...) nieve, y si la he visto era muy pequeña para acordarme. Pero, madre mía, qué bonita es la nieve.
Esta mañana ha aparecido todo nevado y estaba deseando que se acabaran mis cuatro tediosas horas de clase para darme un paseo por el bosque. Si la nieve ya es preciosa encima de las casas, en la calle o en los coches, imagináos cómo es en el bosque... Es algo mágico. No sé porqué la gente dice que los inviernos son tristes.
He estado como 45 minutos andando por la nieve, jugando, haciendo un par de ángeles, y hasta me he tirado por un pequeño terraplén a modo de tobogán, como está tan blandita no te haces daño. Además no hace tanto frío como yo pensaba y no está tan húmeda a sí que puedes jugar mucho rato sin tener que volver a tu casa a cambiarte de ropa.
A ver si mañana convenzo a Cecilia para que se venga conmigo a jugar. Esta tarde no uedo porque aquí a las 16:30 ya es de noche.
Ahí tenéis unas muestras de lo chulo que ha estado.
1 comentario:
Buenas.
Me alegro que después de comentar que querías nieve la tengas.
Saludos.
P.D. si haces un muñeco de nieve pregúntame donde le tienes que poner la nariz.
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